Manuel Bengolea

No + Estado

Manuel Bengolea gerente general Octogone Chile

Por: Manuel Bengolea | Publicado: Viernes 4 de noviembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Aún no se disipa la polvareda que causó el resultado de las elecciones municipales y, mientras algunos tratan de ver la patente del camión que los chocó, otros descorchan el champaña para celebrar el fin de la Nueva Mayoría. Las explicaciones para tamaña e inesperada derrota abundan, el castigo al Gobierno por su ineficiente gestión e irrealista Programa son una causa común y recurrente en los análisis. Muchos nos preguntamos si la paliza electoral significa que el Gobierno cambiará el rumbo, o persistirá en su Programa. Aunque es temprano para saberlo, y la Presidenta no ha emitido señales contundentes al respecto, más bien pareciera que, según lo dicho en su entrevista a la revista Capital, aquí no ha pasado nada.

El Programa de Gobierno contemplaba varias reformas para cambiar al Estado, desde uno subsidiario a uno garante de derechos y benefactor, con el objetivo de alcanzar la utopía igualitaria. Para ello implementó una reforma tributaria que, a pesar de las advertencias de los especialistas del universo político, igual aprobó y cuyas consecuencias ya conocemos. El primer problema del Gobierno es que se acabaron los recursos, e independiente de qué o quién lo causó, preocupa que muchos políticos no entiendan, ya sea por ignorancia o conveniencia, que la escasez de fondos fiscales no es transitoria, sino que una realidad que nos acompañará por larguísimo tiempo. Esto sin contar a Codelco, que pasó de mecenas a cicatero del Estado.

El segundo y más grave problema, es que la gestión del Estado, de responsabilidad del Gobierno, pues es éste quien designa a los administradores, ha probado ser ineficiente en ciertos casos, criminalmente negligente en otros, e incompetente en la mayoría de ellos. La educación gratuita y de calidad prometida, quedará sólo en lo primero para una parte de la población. Del horror del Sename, y su costo en vidas humanas, mejor no hablar, y así la lista sería interminable. ¿Por qué el Estado podría proveer un buen servicio cuando sabemos que es objeto de capturas de grupos de interés? A estas alturas queda claro que el Estado no es de todos los chilenos, y que su administración no es una meritocracia, sino más bien un asunto de cuoteo político.

En conclusión, el Estado tiene compromisos permanentes que sus ingresos no alcanzan a solventar, y un administrador cuyo objetivo no es velar por la asignación eficiente de éstos. Este Gobierno debería hacerse cargo de este problema, sin embargo, tanto la derrota electoral como la preocupación por perder las elecciones del 2017, jugarían en contra de la que debería ser la madre de las reformas; un Estado financieramente equilibrado, y administrado pensando en las futuras generaciones y en los ciudadanos más desvalidos. Para ello se requiere que el Estado esté fuera del alcance de los políticos o de los grupos de interés ligados a éstos. El Sename, INE, Registro Civil, y muchas otras instituciones deberían ser constitucionalmente independientes del Gobierno, como lo es el Banco Central. Sólo ahí los ciudadanos podremos sentir y decir que el Estado es nuestro. Para esto necesitamos que el Gobierno devuelva el Estado a sus ciudadanos y legítimos dueños.

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